Hace más de 50 años, en un pequeño pueblo de Costa Rica, Doña Romana comenzó a cocinar para su familia con recetas que habían pasado de generación en generación. Su amor por la cocina y su dedicación a los ingredientes frescos y locales la hicieron famosa en la comunidad. Pronto, los vecinos comenzaron a llegar a su casa, ansiosos por probar sus casados, su sopa negra y su inigualable tres leches.
Con el tiempo, su humilde cocina se convirtió en un pequeño comedor, y con el apoyo de sus hijos y nietos, nació el Restaurante Doña Romana. Ubicado en el corazón del pueblo, el restaurante sigue manteniendo la esencia de sus orígenes: comida casera, sabores auténticos y un ambiente cálido y familiar.
Hoy en día, Doña Romana ya no está, pero su legado vive en cada platillo que sale de la cocina. Su familia sigue comprometida con su visión, utilizando los mismos ingredientes frescos y preparaciones tradicionales que la hicieron famosa. Cada visitante que cruza la puerta del restaurante es recibido como parte de la familia, y cada bocado es un homenaje a la pasión y el amor que Doña Romana puso en su cocina.